La vida es corta, o lo parece, cuando al cabo de los ochenta y tres años que llevo usándola soy capaz de contarla en una cincuentena de folios. También puede ser que tenga yo capacidad de síntesis porque confieso, como dijo Neruda, que he vivido. [...]
Ahora ya no hago nada puesto que soy un jubilado. La sociedad me ha aparcado en espera del desguace y tengo que limitarme a contemplar desde este andén lo que hacen los otros.
Y las cosas que hacen, las aplaudo o las rechazo desde mi punto de vista, con toda libertad y consciente de que ni perjudico a nadie ni tampoco le ilumino. Soy pues una especie de ratón de hemeroteca.
Y las cosas que hacen, las aplaudo o las rechazo desde mi punto de vista, con toda libertad y consciente de que ni perjudico a nadie ni tampoco le ilumino. Soy pues una especie de ratón de hemeroteca.
Es, tal vez, el único privilegio de la edad y del estado de jubilación. Puedes cagarte en lo que sea con la seguridad de que nadie se va a molestar porque nadie te va a oír. Así pues, como decía la abuela de una familia que conocí en mi niñez: “cagome en todos”.
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