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Este blog es bastante abstracto y metafórico. Se va a alimentar básicamente de textos: poemas, frases... e imágenes asi como en experiencias personales de jóvenes y ancianos. Os invito a participar.

Wednesday, April 28, 2010

EL ANCIANO EN LA LITERATURA CLáSICA


Para los griegos el hombre fue siempre mortal. Para el primer escritor bíblico, no. En la Biblia la mortalidad deriva del pecado. En la Biblia los muchos años de vida de un hombre, por acercarlo más a la dimensión de su anterior inmortalidad, era una bendición, no una maldición, y acaso por ello según los relatos bíblicos las primeras generaciones vivieron centenares de años. Después, a la tierra prometida se aparejó la promesa de la descendencia y la no menos alarmante de la prolongada vejez. No en vano se usa esta expresión para referirse a Dios mismo: el Anciano de días. La vejez, que deriva del pecado, pues, fue al mismo tiempo, paradójicamente, señal de bendición por el recuerdo o sombra de la pasada inmortalidad.

Entre los griegos, por el contrario, la vejez y la muerte fueron constantes de la naturaleza humana. Cuando los hombres aspiraban a la inmortalidad llegaban a desearla por sí misma, olvidando que los dioses también poseían una juventud o una madurez inmortal. Es decir, en los dioses se descubría la condición eterna de una etapa de la vida, sea la infancia, en el caso de Eros, la juventud, en el caso de Afrodita, o la madurez, en el caso de Zeus. Los dioses no eran inmortales llanamente; en ellos contemplamos la eternidad de una edad.

Significativo resulta, por ello, que a algunos dioses grecorromanos se les haya representado como ancianos, particularmente a Carón, el barquero que conducía las almas de los muertos por el Aqueronte. Su vejez acaso resaltaba la condición de los mortales que al final de sus días llegaban a él, también envejecidos. Virgilio vio a Carón con una barba abundante y desordenada, ya canosa, y en un verso magnífico de la Eneida explicó: Jam senior, sed cruda deo viridisque senectus, que Rubén Bonifaz Nuño tradujo así: "ya viejo, mas para el dios es la senectud fresca y verde". Virgilio empleó para calificar y describir la vejez de Carón dos voces: cruda, "verde", "precoz", "naciente", "vigoroso", y viridis, "verde", "fresco", "fuerte", "nuevo", "reciente". En parte sinónimos, como un eco de lo inmaduro y nuevo, Virgilio habla de la vejez del dios a través de esas voces como si hablara de un verde fruto, de una inicial estación de la vida.

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